Gaceta Sanitaria ha publicado recientemente una reflexión, en forma de editorial,sobre la Sentencia del Tribunal Constitucional, de junio de 2015, que resolvió un recurso sobre el derecho a ejercer la objeción de conciencia a la dispensación de la píldora del día siguiente. Su título es «Anticoncepción de urgencia y objeción de conciencia: un debate sin cerrar» (Gac Sanit 2016; 30 (2): 91-3).
En el texto se incluyen varias cuestiones que merecen ser objeto de honda reflexión. No voy a referirme a todas ellas, para no cansar al lector. No obstante, quiero comentar una: el hecho de que, para despreciar a los investigadores que mantienen que los anticonceptivos postcoitales pueden tener un efecto antiimplantatorio, se les descalifique, denominándolos «sectores profesionales conservadores».
Resulta sorprendente, y desde luego poco respetuoso, que en el ámbito de la ciencia se desacredite a aquellos que mantienen tesis distintas a las personales, intentando dar a entender que su criterio no se apoya en bases científicas. Ciertamente, se pueden criticar posturas, o teorías diferentes a las propias, en base a criterios como: investigaciones mal realizadas, falta de evidencias, carencia de fundamentos científico sólidos,…De hecho, todos sabemos que tales críticas son totalmente plausibles en el ámbito de la investigación y la ciencia.
Sin embargo, lo que considero inaceptable es contaminar la ciencia con expresiones y argumentos más propios de otros ámbitos, como pueden ser el político o el ideológico. Por otro lado, llama la atención que, para reforzar la desautorización, los autores del artículo en cuestión recurran a escasas referencias científicas y, entre ellas, algunas que revelan serios problemas metodológicos.
Pero lo que entiendo aún más grave es que este tipo de confusiones y distorsiones se plasmen, no en un medio de divulgación, sino en una revista científica. Me llama poderosamente la atención que una publicación del rigor de Gaceta Sanitaria no disponga de filtros más profesionales para evitar afirmaciones tan poco acordes con una revista de tan sólida trayectoria.
En resumen, un científico serio y riguroso debe partir de la realidad, y no falsearla: se han publicado numerosos trabajos que ponen de manifiesto que la píldora del día siguiente puede afectar al embrión, y también otros que sostienen lo contrario. Pues bien, si afirmamos que, efectivamente, la píldora del día siguiente no supone un peligro para el embrión humano, habrá que refutar con evidencias, no con descalificaciones, a aquellas posturas que indican lo contrario. ¡Rigor frente a ideología!
Por último, no quiero finalizar mi reflexión sin agradecer a los autores de la publicación el que me hayan proporcionado un texto tan útil y sustancioso para enseñar a los alumnos en mis clases de Ética de la publicación. En ocasiones, un ejemplo vale más, y les llega más directamente, que mis palabras.
José López Guzmán