¿Realmente son las RRSS una herramienta útil como fuente fiable de información? Sí, pero en cierto punto. Si se pone de contexto que actualmente casi todos los habitantes de países desarrollados tienen smartphone, Tablet o un portátil conectado a datos móviles/WIFI, podemos decir que la información es ubicua. Podemos desde cualquier lugar y en cualquier momento conectarnos a cualquier red social sin quemar una sola caloría e informarnos al instante. Por otro lado, no todos los momentos son idóneos para consultar información, si se quiere una respuesta rápida es probable que se recurra a un buscador web o a algún perfil que trate temas relacionados. Es determinante el criterio personal de cada uno para decidir si se queda con el resultado de la primera búsqueda o prefiere contrastar.
A día de hoy existen miles de perfiles en RRSS relacionados con deporte, medicina o farmacia. Muchos de ellos son perfiles que tienen como finalidad ofrecer ciertos productos y otros muchos se centran en transmitir información. Normalmente, con la experiencia que tengo con esta clase de perfiles, he podido observar que la gran mayoría de los profesionales que gestionan esas publicaciones son verdaderos “poetas”. Son capaces de sintetizar y embellecer con conceptos más simples procesos verdaderamente complejos, es decir, consiguen que la relación del emisor con el receptor sea fluida. Es verdaderamente asombroso cómo consiguen hacer llegar esos conceptos a gente que evidentemente no domina el tema. Esto último es muy importante pues si se toma como base que los conocimientos en salud nunca han sido prioridad entre la ciudadanía (hasta hace 2 años) es necesario ajustar las palabras.
7.500 y 74.043. El primer número representa las horas de dedicación que cualquier alumno de farmacia debe superar para engordar el segundo. El segundo número era el número de colegiados en farmacia el 31 de diciembre de 2018 según las estadísticas realizadas por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Son números sí, igual que los seguidos y seguidores que tiene una cuenta en una Red social. ¿Cuál tiene más importancia: los números de una red social o los números anteriormente citados? A elección de cada uno queda, yo lo tengo claro. Todavía recuerdo el momento en el que decidí estudiar Farmacia. Recuerdo el día que le dije a mis padres que quería ser farmacéutico y me hicieron la gran pregunta: ¿Por qué? Claro, a priori en mi mente las ideas estaban clarísimas, pero ahora cómo lo explicaba. Muy simple, si hay algo que siempre ha marcado mi vida es la curiosidad, es ese afán de conocer algo nuevo como si volviera a ser un niño. En este caso, quería conocer todo lo que involucraba desarrollar un medicamento, para en un futuro estar formado en ello y desarrollarme como un profesional bien cualificado. Sin embargo, hoy en día me siento desorientado, me siento como si todo el mundo que me rodea hubiera cursado los cuatro años que he cursado yo, aunque nunca les he visto en las prácticas. Parece ser que un artículo de un periódico o de una página convalida la licenciatura de Farmacia. Ya ni cuento las veces que gente aleatoria me ha explicado cómo funciona una vacuna sin haberles siquiera preguntado, pero lo más fascinante es que se dedican a otra cosa, pero se jactan de saberlo. Se jactan de que dicen conocer todos los procesos fisiológicos que intervienen o de toda la farmacocinética que presenta, pero posteriormente me dicen que la PCR que se han hecho el jueves es para la proteína C reactiva. Al principio de la pandemia quizás sí comentaba ciertos aspectos a este tipo de personajes, pero me he dado cuenta que perder mi tiempo, siéndome tan valioso, no merece la pena. A veces el que calla no siempre otorga, simplemente no tiene ganas de discutir con gente sin criterio. El argumento que más me fascina y está presente en todas las redes sociales es que la Industria Farmacéutica se está lucrando. Como cualquier negocio quiere tener beneficios. Pero el verdadero punto es que estas personas que dicen esta super informadas y que lo publican continuamente en redes no saben lo que son las fases de desarrollo de un fármaco o lo que cuesta desarrollar un fármaco. Esto hace pensar dos cosas, la primera es que no quieren conocer la verdad porque se les desmonta el argumento, la segunda, que conocen la verdad, pero no la quieren decir porque se les desmonta el argumento.
Como dijo Dante en su canción Cinismo: “Hipócrita esta sociedad cargada de arrogancia, falsos detrás de pantallas pecan de desidia”. Y no hay mayor desidia que la que se observa en las redes sociales. ¿Cuánta gente es capaz de publicar información no contrastada con el fin de adornar el muro de su perfil vacío e inapetente para el resto del público? Actualmente vivimos en una sociedad en la que hacer creer al mundo que somos inteligentes es más importante que ser inteligente sin que el mundo lo sepa. Existen expertos en todo, expertos en medicina por consultar a “Doctor Google”, expertos en vacunas por escuchar las historias que los y las influencers, con miles de seguidores, publican en su perfil, o simplemente expertos en entrenamiento que no saben ni lo que es una mancuerna, pero tienen un cursillo. Estas acciones se podrían catalogar de intrusismo y charlatanería, pero ya lo dijo Ortega y Gasset: el hombre masa seguirá a la masa, en este caso el hombre masa es el consumidor constante de cuentas vacías de información de personas vacías de criterio. Personas que no se dan cuenta de la capacidad que tienen para hacer llegar a la sociedad los mensajes que publican, una persona de cien mil seguidores puede hacer llegar información no contrastada a una gran proporción. Sin embargo, haciendo similitud al lema de Frank Cuesta: “Sin demanda no hay negocio”, si no hay oyentes o consumidores semanales de cuentas de bulos no hay bulos, pero a veces gusta sentir que formar parte de la vida de la persona a la que se admira simplemente se consigue mandando una solicitud de seguimiento. Es duro, pero cierto, son acciones inconscientes realizadas, en muchas ocasiones, por el deseo hedonista de intentar tener afecto de alguien famoso porque se cree que la sociedad que le rodea es inferior en categoría. ¿Cuántas veces se ha visto que un atuendo o un peinado se pone de moda porque alguien publica una foto? ¿Cuánta gente que no tiene para fin de mes se lo ha comprado? Tener un coche caro o tener ropa cara no es tener clase, tener clase es tener un coche caro cuando puedes permitirte tener un coche caro, tener clase es llevar ropa adecuada para cada ocasión. Si no, la clase la pone el coche y no quien lo conduce.
En conclusión, encontrar información es sencillo, encontrar información contrastada y útil es prioritario. Sin embargo, existe el hecho de equivocarse, el hecho de creer haber averiguado la respuesta a la pregunta. En una cita de las Meditaciones de Marco Aurelio está escrito lo siguiente: “Si alguien puede refutarme o demostrarme que estoy cometiendo un error o que veo las cosas desde una perspectiva incorrecta, cambiaré con mucho gusto” . Por otra parte, en otra cita argumenta: “Es la verdad lo que busco, y la verdad nunca lastimó a nadie. Lo que nos perjudica es persistir en el autoengaño y la ignorancia”. Si realmente una persona quiere aportar información y valor tiene que ser consciente de que pueden existir contraargumentos a sus teorías e incluso debe reconocer estar equivocado si realmente lo está. Es precisamente esta reciprocidad lo que permite una Red Social, permite que en algunos casos se inviertan los papeles de emisor y receptor. Es por esto último por lo que crear un perfil destinado a la enseñanza en RRSS es increíblemente útil tanto para la sociedad como enriquecedor para el creador. La principal desventaja que presenta este campo es el intrusismo. Los verdaderos profesionales se encuentran realmente cualificados ya que han dedicado gran parte de su vida a formarse y poder, gracias a ello, desarrollarse como verdaderos informadores. Sin embargo, existen ciertas personas que creen aportar información pese a no tener ninguna formación previa más que haber consultado cualquier blog o simplemente haberse leído un tutorial. Aquí aparece el mayor enemigo de cualquiera que se dedique a la enseñanza: “Los bulos”. ¿Cómo se desmiente un bulo? Es difícil, pero se desmiente con evidencias.
Evidencias que deben ser traducidas al idioma de la calle para que sean entendidas. Y el mayor hándicap que presenta el desmentir un bulo es el origen de dicho bulo. Cuando información falsa es comunicada por un individuo famoso, el número de personas que toma esa información como veraz es muy elevado. Intentar convencer a esa multitud es más difícil que, como dicen los americanos, hacer pasar un camello por el ojo de una aguja.
Como reflexión final, actualmente es idóneo utilizar redes sociales para ayudar a informar, pero hay que mantener siempre presente que no es el trabajo de días, es el trabajo de años y muchas veces será muy oscuro el futuro, pero con el tiempo se irá aclarando. No hay que olvidar la reciprocidad que puede aportar y seguir regando el ansia por aprender no solo de los demás sino también de uno mismo.
Por último, recordar la certeza que estará presente siempre: cuanto más queramos saber más preguntas tendremos, cuan mayor sea el afán de conocer mayor será el pensamiento de no saber nada. Por desgracia cada periplo de investigación, sea cual sea la vía, es indefinido y eso es precisamente lo que lo hace tan hermoso. Nunca hay que encerrarse en conocer un único argumento, es necesario seguir formándose, evitar ser un ignorante, pero:
“Qué bonita es la ignorancia para el ignorante”
Vicente Otero Egocheaga (Alumno de la Facultad de Farmacia de la Universidad Francisco de Vitoria)
(Este trabajo ha sido galardonado con el Primer premio en el IX Concurso de Ensayo para Alumnos de Farmacia organizado por AEFAS en colaboración con la FEEF)