Vía: Salud pública, ética y sociedad
¿Has pensado alguna vez en el azúcar como si fuese un veneno o algo tóxico?, ¿o que pueda situarse en un objetivo de la salud pública como puede ser el tabaco o el alcohol?
Si has leído estas preguntas y no has cerrado el blog, lo tuyo tiene mérito 🙂
En esta entrada quería plantear el debate que actualmente se está planteando sobre el efecto perjudicial que el consumo de azúcar puede tener sobre la salud. No es nuevo este debate y, de hecho, hace ya un año que salió una noticia sobre este tema en el periódico El Mundo. Sin embargo, no es una cuestión que se haya resuelto, ni mucho menos.
En primer lugar, esta cuestión es preocupante porque cada vez es mayor el consumo de azúcar en el mundo. Según un artículo publicado en la revista Nature, la cantidad ingerida a nivel mundial se ha triplicado en los últimos 50 años. Esto hace que el nivel de exposición aumente y, por tanto, sea un problema de salud pública.
El artículo de Nature señala que el consumo excesivo de frutosa genera muchos de los problemas de salud que se asocian al alcohol. No se trata, por tanto, de un simple aumento del consumo de calorías sino de un incremento del número de enfermedades como el infarto o la diabetes, y de las muertes asociadas a estas enfermedades.
La gravedad del tema parece claro. La cuestión siguiente es cómo luchar contra estos efectos perjudiciales. Recordemos que estamos ante un producto muy dulce, asociado a algo placentero, y lógicamente, el único modo es reduciendo su consumo.
Como casi siempre surgen muchas preguntas:
¿Cómo reducir el consumo?, ¿debemos educar y que cada uno decida?, ¿o debería ser mayor la intervención de los gobiernos en este asunto?
Anoto dos propuestas, aunque hay muchas más, que aparecen en el artículo de Nature:
1. Aumentar los impuestos de determinados productos azucarados, haciendo algo similar a los impuestos especiales que ya existen para el tabaco y el alcohol.
2. Limitar la edad legal para comprar bebidas azucaradas, especialmente refrescos.