Persona y decisiones farmacoeconómicas

Hoy día padecemos una gran escasez de recursos económicos y ello constituye un problema fundamental en la asistencia sanitaria, muy especialmente en la pública. La importancia de tomar decisiones bien fundadas sobre las preocupaciones de asignación óptima de los recursos y de los tratamientos farmacológicos se deben justificar también por razones éticas, además de por consideraciones económicas, políticas y / o médicas.

Es importante señalar que una mejor gestión, también en sentido económico, del paciente y de la enfermedad consiste en la posibilidad de ofrecer un tratamiento que sea eficaz para todos los enfermos, o por lo menos alcance a la mayor cantidad posible de ellos. Es preciso recordar aquí que eficacia consiste en alcanzar los objetivos previstos (lograr alcanzar a todos), aunque a veces no podamos hacer el mejor uso de los recursos (eficiencia) y esto es porque estas consideraciones siempre deben estar subordinadas a la centralidad ética del paciente, a la protección de su vida, su salud y su dignidad personal, en la medida en que la vida y la salud no tienen precio. En bastantes ocasiones en las decisiones en salud, priman mucho más los aspectos economicistas que los personalistas conduciendo, desde mi punto de vista, a no llegar nuca a una verdadera justicia que consiste en dar a cada uno el bien que le corresponde. El primordial objetivo de la ética en la ciencia farmacoeconómica debe por tanto, resumirse en el respeto a la persona. Está cuestión es básica en cualquier decisión, pues la persona siempre debe ser el final y la referencia de cualquier opción terapéutica y por ende de todas las políticas en salud.

Si tenemos que indicar cuáles son los instrumentos indispensables para la consecución de los mencionados objetivos resaltaríamos: a) Generación de un fondo estándar, una formación adecuada y un enfoque multidisciplinario para la optimización de los procedimientos de evaluación y el aumento de la precisión y verificación de los datos; b) arbitrar medidas para contrastar y dar a lugar a que la situación de conflicto de interés disfrute de una mayor transparencia y credibilidad; c) una evaluación coherente con la calidad ética y una humanidad en el análisis farmacoeconómico; ambas requieren de una consideración correcta de la calidad de vida y de un verdadero respeto por las personas. El coste económico no puede ser siempre el protagonista fundamental de cualquier actuación en salud, tanto si la acción es farmacológica o clínica. La valoración de los resultados farmacoeconómicos tiene que basarse siempre en el respeto a la persona y deben servir para actuar con justicia y rectitud en la matización de las prescripciones y las dispensaciones de fármacos.

JOSE I. CENTENERA

2014-02-27T16:05:43+00:0027/02/2014|