Teniendo claro que el esfuerzo de nuestras instituciones, a corto plazo, debe ser asegurar la salud de todos y, a medio plazo, dar soluciones a la hecatombe en el empleo que se ha producido, la vida seguirá su cauce, y otros asuntos, ahora paralizados, volverán a reactivarse.
Qué bonito pinta todo, cada vez está más cerca el ansiado día D, el final de las medidas que nos han tenido confinados en casa luchando contra el virus. Será a mitad o final del mes de junio o quizás en julio, quién lo sabe. Eso está muy bien, tengo ganas de que llegue, sí, y también de revisar las lecciones aprendidas y actuar en consecuencia. Éstas, definidas como el conocimiento adquirido en una o varias experiencias a través de la reflexión y el análisis crítico, se basan en evidencias y relaciones causa-efecto dentro de un contexto específico, de las que surgen recomendaciones prácticas y útiles que nos sirven para no cometer los mismos errores.
Descendiendo al ejemplo del caso, estos días de pandemia, el Ministerio de Sanidad tuvo que salir al paso de algunas decisiones, en una Comunidad Autónoma, donde las unidades de cuidados intensivos (UCIs) evitaban el acceso a respiradores a pacientes por motivos de edad, si estos superaban los 80 años. Así en el informe emitido al respecto se indica que “debe subrayarse la absoluta proscripción de empleo de criterios fundados en la discriminación por cualquier motivo con la finalidad de priorizar pacientes en dichos contextos. En este sentido, excluir a pacientes del acceso a determinados recursos asistenciales o a determinados tratamientos, por ejemplo, por razón únicamente de una edad avanzada, resulta contrario, por discriminatorio, a los fundamentos mismos de nuestro estado de derecho (art. 14 de la Constitución española)”. Plausible, sin duda. De justicia, también.
Ante este hecho, la sociedad entera clamó por nuestros mayores. El presidente del Gobierno reaccionó y afirmó en rueda de prensa que “a los mayores, os decimos que os vamos a cuidar como nos cuidasteis. Vuestras vidas las sentimos igualmente valiosas. Es vuestro país antes que el de nadie”. Su ministro de Derechos Sociales se sumó al debate y dijo que es «urgente» medicalizar las residencias de ancianos y que «hay que gastar lo que sea necesario para salvar vidas”. Los demás partidos políticos, los sindicatos, infinidad de asociaciones y colectivos sociales, defendieron también a los mayores y exigieron el trato que se merecen. Médicos Sin Fronteras propone que se humanicen con urgencia los cuidados de los mayores, se faciliten las despedidas dignas con las familias y abogan por el tratamiento del dolor mediante los medicamentos que se usan en atención paliativa para todos los enfermos terminales. ¡Qué gusto da leer todo esto! Lo comparto, nuestros mayores se lo merecen, ellos y todos los ciudadanos, tengan la edad que tengan.
Pero llegará el día D+1, más tarde o más temprano llegará. Y todas estas palabras, todos estos deseos seguirán escritos y formarán parte de la hemeroteca. Y llegará el día en que, de nuevo, se trate en el Congreso de los Diputados la proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia y en el que nuestros mayores volverán a estar en boca de todos. Ese día llegará, pronto va a llegar. Y volveremos a releer lo que cada uno ha dicho de nuestros mayores en tiempos del Covid-19, y sabremos de la sinceridad de sus palabras.
Antes de que llegue ese día, quiero que no se haga trampa y pido una Ley de Cuidados Paliativos previa a la Ley de eutanasia. Mientras no exista y se asegure que todos los pacientes con enfermedades irreversibles reciban unos cuidados paliativos de calidad en el final de su vida, el debate y regulación de la eutanasia es tramposo. Los expertos en bioética y los profesionales sanitarios coinciden en que la eutanasia o el suicidio asistido, sin cuidados paliativos, condicionan la libertad de elección.
Los cuidados paliativos son un tema médico, la eutanasia no, es un tema político. ¿Podremos creer esas bonitas palabras? Pensemos de verdad en nuestros mayores y en todos esos enfermos terminales, construyamos la casa desde los cimientos, trabajemos en una Ley de Cuidados Paliativos, dotémosla de presupuesto y pensemos en unas verdaderas políticas sanitarias que promuevan la implantación de unidades de cuidados paliativos para todos.
“Os vamos a cuidar como nos cuidasteis”… lo veremos.
Eradio Ezpeleta Iturralde
Criminólogo