Así nos veo

Jóvenes, intrépidos, estudiosos, aventureros, responsables, sagaces, disciplinados… Son algunos de los adjetivos que definen a los estudiantes de Farmacia. O por  lo menos, así veo yo a este colectivo. Así nos veo. Estudio cuarto curso de un Grado que tiene una duración de cinco años. Parece que se va acabando “lo bueno”. No es realmente mi caso, ya que estudio un doble Grado y la cosa se alarga hasta los seis años y medio. Algunas personas me siguen preguntando cómo se me ha ocurrido elegir unos estudios tan largos, más incluso que los seis años del Grado en Medicina. A todos éstos les diré, como siempre hago, que me gusta lo que estudio. Me gustan las mañanas de clase, en las que se alternan horas de teoría de interesantes asignaturas, con descansos para poner en común cualquier tema de actualidad con los compañeros. Me gustan las tardes de laboratorio. Desde las prácticas más sencillas y breves, hasta las más largas y complejas en las que, por ejemplo, puedes aprender a hacer tus propios supositorios de glicerina para enseñárselos con orgullo a todos tus amigos y familiares. Me gusta comer en la Facultad rodeado de personas en mi misma situación. Sentirme identificado con cada uno de ellos. Además, los años de Universidad tienen también muchas horas fuera de la Facultad, que ocupamos en diversas actividades, sin olvidar el ocio. Siempre rodeado de buenos amigos. Y en su justa medida, me gustan también las (no pocas) horas que dedico al estudio, con las que pretendo ser un buen profesional el día de mañana. Poder pertenecer a un colectivo como es el de los farmacéuticos, allí donde a cada uno de nosotros nos destinen la vida y sus circunstancias, implica una preparación exhaustiva que se refleja en esas horas de estudio. Todo esto me gusta. Creo por otra parte que es una respuesta lógica. Tiene que gustarte lo que haces. Siempre hay que elegir aquello que te haga feliz. Y alejarte de toda preocupación. Con este escrito, pretendo precisamente enfrentarme a las preocupaciones que me genera comparar lo que aprendemos día a día en la Facultad con lo que  podemos apreciar en las Farmacias Comunitarias de nuestro entorno

Durante estos años pasados y también en la actualidad, en todas y cada una de las clases en la Universidad, nuestros profesores se han esmerado en mostrarnos la teoría de cada asignatura, trayéndonos la más rigurosa actualidad biosanitaria a nuestros apuntes. Posteriormente, la hemos aplicado a la práctica en las largas pero productivas horas de laboratorio, de las que me llevo no solo la experiencia profesional, sino también una relación más estrecha con mis compañeros y amigos. Pero… (casi todo el la vida tiene un “pero”). Muchos de los que estudiamos Farmacia hemos tenido ya relación con la Oficina de Farmacia en nuestro país. Algunos incluso hemos llegado a trabajar como auxiliares. Muchos hemos tenido también la suerte de crecer entre las cuatro paredes de una rebotica, conociendo desde muy pequeños el mundo de la Farmacia Comunitaria. Aunque quizás no sea necesario conocer la rebotica para opinar sobre las Farmacias de hoy en día. ¿Quién no ha necesitado alguna vez entrar en una Farmacia? ¿Quién, de hecho, no lo ha hecho nunca? Por ello, todos tenemos un concepto prefijado de lo que esperamos al entrar en una Farmacia: Un farmacéutico o farmacéutica que sea simpático y alegre, y además que sea rápido con el cúter para que nos dé nuestras medicinas a la mayor brevedad, ya que siempre solemos llevar bastante prisa. Y si es posible, que no nos pregunte nada. Que para eso está ya el médico.

No son pocas las tardes de biblioteca amenizadas con un buen café, en las que estudiantes de Farmacia nos sentamos alrededor de una mesa para tratar éste y otros temas. Desde nuestro punto de vista, sentimos próximo el salto al mundo laboral. Por ello, se nos plantean algunas preguntas. ¿Es lo mencionado anteriormente lo que deberíamos esperar al entrar en una Farmacia? Como paciente ¿es lo que busco cuando voy a comprar a la Farmacia de mi barrio? Como farmacéutico ¿Es esa la imagen que quiero dar a mis pacientes? Y la pregunta más repetida: ¿Durante estos largos años de estudio en la Facultad, es para esto para lo que nos están preparando? Para mí, la respuesta es clara. ¡NO! No a todas y cada una de estas preguntas..

Las funciones y actividades del farmacéutico comunitario son muchas y muy variadas. Todas ellas, encaminadas a procurar la salud del paciente. No podemos descuidar ninguna porque estaríamos dejando de hacer bien nuestro trabajo. Sabemos que somos los profesionales del medicamento, y los encargados de que éstos sean bien dispensados, administrados, conservados, desechados… Es a esto a lo que nos enseñan en la Facultad. Sabemos también que una de las palabras que más se repite en nuestro entorno es responsabilidad. Un ejemplo de tarea a cumplir y también una de nuestras responsabilidades, muy importante bajo mi punto de vista, es no dejar nunca de actualizar nuestros conocimientos. Es importante tener en cuenta que somos responsables de cada acto que llevamos a cabo. Y por ello es también importante recordárselo a nuestros pacientes. De nuevo, es a esto a lo que nos enseñan en la Facultad. El farmacéutico es un profesional sanitario muy cercano al paciente. Sólo nos separa la puerta de la Farmacia. Este fácil acceso debería, en mi opinión, aprovecharse mejor. Entonces, al joven que viene a comprar una amoxicilina para el dolor de garganta, porque a su vecina le ocurrió lo mismo y le fue muy bien, ¿se lo damos? ¿O le recomendamos que visite a su médico? A la anciana que está tomando un medicamento para una patología que ya remitió y además toma otros dos, que interaccionan entre sí y le producen un efecto adverso, ¿le dispensamos un cuarto fármaco para paliar sus dolencias? ¿O le hacemos Seguimiento Farmacoterapéutico? Es de este tipo de decisiones de las que nos tenemos que sentir responsables. Por lo menos, los estudiantes así nos sentimos. Porque para ello nos están preparando. La Atención Farmacéutica es una de las actividades a desarrollar por los farmacéuticos comunitarios. Analizando la teoría de este servicio, solo pueden obtenerse ventajas al aplicarlo. Ventajas para el Sistema Nacional de Salud, para el paciente y para el prestigio del farmacéutico comunitario. Entonces, ¿por qué no siempre se lleva a cabo? Voy más allá. ¿Es posible llevar a cabo la Atención Farmacéutica en todas y cada una de las Oficinas de Farmacia de España? ¿Es cuestión de economía? ¿Cuestión de tiempo y recursos? Ésta es solamente la visión de un estudiante. Basada exclusivamente en la teoría, que es lo que nosotros conocemos. Cada farmacéutico tendrá una respuesta diferente a estas preguntas. Puede que esa desigualdad en la respuesta sea lo que ha llevado al paciente a esperar de las Farmacias Comunitarias un trato como el mencionado al inicio. ¿Quiere esto decir que no podemos hacer nada al respecto, ya que la sociedad en general, y cada uno de nuestros pacientes en particular, han dado su opinión? Desde mi punto de vista no es así. También podemos interpretarlo como una señal de alarma. Como una señal que nos indica que podemos mejorar. Entonces, la solución a esta desigualdad que se da en el trato al paciente en cada Oficina de Farmacia, podría hallarse en aplicar la teoría que tan bien hemos aprendido. Aplicarla para proporcionar un servicio de calidad a todos y cada uno de nuestros pacientes.

Jóvenes, intrépidos, estudiosos, aventureros, responsables, sagaces, disciplinados… Son algunos de los adjetivos que definen a los futuros farmacéuticos comunitarios, que con sus conocimientos y el prestigio de la profesión, continuarán disponiendo la Farmacia Comunitaria al servicio del paciente. Siempre tratando de mejorar. O por  lo menos, así veo yo a este colectivo. Así nos veo.

(*Este artículo ha obtenido el primer premio en el concurso ¿Qué me preocupa de mi profesión? dirigido a alumnos de Facultados de Farmacia)

Gonzalo Jaras Rioseras 

Foto vía:Green cross – Piazza S. Antonino – Sorrento – HD video clip vía photopin (license)

2019-01-18T09:08:55+00:0003/06/2015|